sábado, 2 de febrero de 2008

INFINITA PACIENCIA

Aquí me tenéis, aguantando los envites de un gato demasiado cariñoso sin saber decir que no. Y eso que mis ojillos lo dicen todo.
En la casa en la que estoy y en la que paso tantas horas solito no me atrevo casi a moverme ni a ladrar, no quiero que nadie se percate de que ando por allí...y se ríe de mi hasta el gato.
Me da la impresión de que si hago poco ruido, me dejarán quedarme más tiempo...la calle era demasiado dura para mí que, según dicen, tengo pinta de perro inglés aristocrático.

No hay comentarios: